Riesgos asociados a la actividad física
Los beneficios de la práctica de ejercicios debe ser
confrontados con sus potenciales efectos adversos.
Los problemas más comunes asociados con la actividad
física son las lesiones musculo-esqueléticas . Hay muy pocos datos sobre la incidencia de lesiones en
actividades no competitivas. Una excepción es la práctica de correr, con un
riesgo anual de lesión del orden de un 35-65%. La mayoría de las lesiones
provocadas por el ejercicio son prevenibles. Están determinadas por un inicio
súbito de actividades para las cuales el organismo no está preparado, por
cantidades excesivas de las mismas o por técnicas impropias de ejecución,
incluyendo el uso de equipamiento inadecuado. Además, muchas de ellas son
causadas por accidentes peculiares en distintas prácticas deportivas.
Otra categoría de complicaciones son las alteraciones
metabólicas y hematológicas. Hipertermia, desequilibrio electrolito y
deshidratación pueden ocurrir durante ejercicios intensos en climas calientes y
húmedos. Deportes acuáticos o ejercicios en climas fríos pueden producir
hipotermias. Períodos largos de ejercicios aeróbicos intensos pueden producir
anovulación y amenorrea, mientras que hipoglicemia puede ocurrir en personas
diabéticas. Practicantes de deportes como carreras de larga distancia pueden
desarrollar anemias y ocasionalmente hemoglobinuria. El sobre entrenamiento
puede provocar algún grado de inmunosupresión resultante en infecciones. Todas
estas condiciones pueden ser prevenidas con un programa adecuado de actividad
física con supervisión médica.
Complicaciones menos frecuentes pero de mayor gravedad
son el infarto del miocardio y la muerte súbita. Son eventos raros, que ocurren
principalmente en individuos sedentarios con enfermedad aterosclerótica
avanzada que se involucran en actividad extenuante para la cual no están
acostumbrados. Dos estudios recientes dan estimativas del riesgo de
desencadenar infartos del miocardio en el período de una hora a partir de la
realización de ejercicios intensos, comparado con los riesgos asociados al
ejercicio moderado y a la ausencia de ejercicios. Estos riesgos relativos son
2,1 en un estudio y 5,9 en otro. Sin embargo, un efecto protector aparece con
la práctica regular de actividad física en ambos
estudios; un aumento en la frecuencia semanal de ejercicio se acompaña de una
disminución del riesgo de infarto durante la práctica. El riesgo de muerte
súbita aumenta durante el ejercicio intenso, pero es más elevado en personas
sedentarias, comparado con individuos habitualmente activos. Es importante
tener en cuenta que el riesgo total de muerte súbita es menor en personas
activas, aun que se verifique un aumento transitorio del riesgo durante el
período de práctica del ejercicio, comparado a los sedentarios.
Las personas sedentarias deben aumentar gradualmente
sus niveles de actividad. Esto es especialmente importante para las personas
con patologías cardiovasculares, donde la orientación médica en todo el proceso
de adaptación a otros niveles de entrenamiento es fundamental.
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